Crítica Mi gente linda mi gente bella

Dago Garcia ha hecho muchas películas malas, pero Mi Gente Linda, mi gente bella es la primera que hace que es abiertamente misógina.

Los personajes femeninos en este bodrio son propios de una visión machista sin par. Según Garcia las mujeres colombianas son seres estúpidos con la cabeza llena de polvo cuyo único objetivo en la vida es conseguirse un hombre («gringo») que las saque de su miseria. Se enamorarían de cualquier rubio sin importar si es un perdedor que con su vida no hace nada.

Cien mil horas en Paint

Me disculparán los más patriotas, pero Mi gente linda, mi gente bella no me representa de ninguna manera como colombiano. Si alguien se atreviera a distribuirla por fuera de nuestras fronteras le agradecería la titulara «Mi gente horrible, mi gente hedionda» como para que otro tipo de público crea que los personajes son una crítica a nuestra cultura, una denuncia de lo que nos tiene en el fondo del subdesarrollo y no una alegoría al machismo, a la mediocridad y a la violencia.

Es que yo no podía creer cuando se empezó a celebrar el espíritu violento que les aflora a algunos cuando beben como una de nuestras más virtuosas cualidades. En este país matan más las riñas entre amigos que la guerrilla. Y Dago Garcia lo celebra. Sólo le faltó enaltecer el conducir borracho para completar su visión de país. Que lástima.

Cesar Mora hace un trabajo dedicado, se gana cada peso que le pagaron para hacer el ridículo en semejante guion tan pobre y ofensivo, tal vez es el único que se salva de entre todo ese festival de desatinos.

Si alguna vergüenza nos queda, si aún hay en algún rincón de nuestra sociedad un poquito de amor de patria nadie iría a ver esta película.

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